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La Vida De Moyses y Abraham Pinto
En La Jungla Del Amazonas



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Algunos apuntes históricos sobre Marruecos y la Amazonía de la época del relato

Marruecos en la segunda mitad del siglo XIX

Bajo los reinos de los Sultanes Mohamed IV (1859-1873) y Mulay Hassan (1873-1894), Marruecos sufrió cambios políticos y sobre todo económicos, muy significativos que causaron una creciente dependencia hacia las naciones europeas en plena expansión.

Estos cambios conllevaron el auge de la burguesía de negocios musulmana y judía en contacto con el comercio europeo, así como el empobrecimiento del pueblo. A estas circunstancias históricas se agregaron numerosos ciclos de años de sequía que hicieron padecer hambre y epidemias a los campesinos que huyeron del interior hacia la franja atlántica del país.

En Tánger la población se multiplicó por dos entre 1850 y 1890, sobrecargando los barrios pobres y aumentando la competencia entre los pequeños artesanos (sastres y bordadores) de cuya clase pertenecía Yaakov Pinto, padre de Abraham, como él mismo lo explica al principio de su relato.

Al mismo tiempo, la fundación de las primeras escuelas de la Alliance Israélite Universelle brindó a los jóvenes una apertura hacia el mundo iniciándoles a los oficios de comercio. Gran parte de aquellos jóvenes buscaron su suerte fuera, muy lejos, en el mundo entero, anhelando ascensión social y fortuna. Empieza entonces una ola migratoria de la población judía del Norte de Marruecos y también de las ciudades del Sur que irá creciendo hasta principios del siglo XX.

Son Abraham y Elías Serfati los que abren el camino en los años 1860 a sus sobrinos Moyses y Abraham Pinto que embarcaron en 1879 en Lisboa hacia el norte de Brasil, mientras que otros eligieron la Argentina, Venezuela o Chile.

Llegada a Brasil y el principio de su vida de aventuras

Van a convertirse en esos Hebraicos, perdidos en la inmensidad de la cuenca del Amazonas que se cruzaran, estupefactos, con los pocos viajeros europeos, escritores e historiadores que también fueron a ganarse la vida.

Se convierten en unos pobres regatones, como otros centenares de vendedores ambulantes del río, que truecan su mercancía a cambio de hierbas medicinales, frutos secos y varios tipos de nueces. Según la zona en donde operan, tienen que pagar una licencia para poder ejercer su actividad, no pueden ser dueños de aquellas barcas en las que transportan y exponen su mercancía (telas de algodón, joyas de pacotilla, utensilios de uso diario) ya que sólo los brasileños tenían derecho de ser dueños de sus embarcaciones. En 1854 estas reglas se suavizarán, pero las muchas infracciones a aquellas reglas son una prueba de lo poco que se aplicaban estas leyes en un Brasil aún colonial.

La fiebre del caucho

Sin embargo, rápidamente a los más valientes y a los más emprendedores de los regatones, no les bastó este estatuto subalterno y estos ampliaron la red de sus negocios hasta las orillas de los muchos afluentes del Amazonas, aprovechando la fiebre del caucho, a borracha.

En los años 1850, pues, el descubrimiento de la vulcanización y del neumático, así como el desarrollo de la industria del automóvil dieron un empuje extraordinario a la extracción del caucho natural. Aparece entonces una realidad económica nueva en la cuenca amazónica, única productora de esta materia tan valiosa y que se vende cada vez más cara. Solo Las casas aviadoras son capaces de proveer los importantes fondos destinados a la actividad triangular necesaria para la explotación de millones de hectáreas de selva de heveas.

En la base del triángulo, está el seringueiro , fuerza de trabajo imprescindible que recorre kilómetros en la selva en condiciones durísimas, por un sueldo miserable y que recoge el látex que corre de las heridas infligidas a los troncos de los árboles en unos cuencos.

Este entrega regularmente el contenido en forma de bolas de látex al seringalista, segundo eslabón del triángulo. Un intermediario que lo explota sin vergüenza comprando el producto de su trabajo a cambio de los enseres indispensables para su vida diaria, los cuales le vende a crédito en su barracao. El seringueiro no logra jamás devolverle el crédito de modo que vive en una miseria sin salida. Este es el caso de la mayoría de los Cearenses, originarios del Noreste, que habían huido del hambre que asolaba su región

El seringalista, a su vez, revenderá el látex a los representantes de las casas aviadoras, último eslabón del triángulo. Estos pasan en sus vapores y se encargan de enviar las existencias almacenadas en sus almacenes hacia Inglaterra, Nueva York, Hamburgo, Amberes o Lisboa, a precios cada vez más altos entre los años 1870 y hasta 1912. El pico de la producción se alcanzo en 1911, con 44 296 toneladas vendidas. Desde 1913 la competencia con las colonias inglesas de Asia se hace temible: en 1914 ya dominan el 50% de la producción mundial.

Desde el principio de los años 1880, Moyses y Abraham Pinto amplían la red de sus negocios, ponen termino a la sociedad con sus tíos y se apartan definitivamente del gremio de los regatones.

No serán jamás seringalistas. De pequeños negociantes llegan a ser grandes negociantes aviadores e incluso más tarde dueños de una pequeña flota fluvial sobre el Amazonas y sus afluentes. Sus negocios prosperan ya que, según todas las fuentes, fueron los primeros en asentarse en un punto elegido estratégicamente: Iquitos, cerca de la frontera entre Brasil y Perú, enlace de circulación y centro de convergencia de las cosechas del caucho. Iquitos tiene además la ventaja de estar en un país de habla hispana, como lo eran ellos mismos, y no portuguesa. Sus negocios siguen creciendo hasta su regreso a Tánger en 1892 y 1893, hasta el final de la fiebre del cacho. Su hermano menor Samuel tomará el relevo en 1895.

La fiebre del caucho enriqueció a muchos más y la población de la ciudad de Manaos va creciendo, en 1879, tiene 5000 habitantes, en 1890, 50 000, asimismo Belén pasa de 1500 habitantes en 1848 hasta 100 000 en 1890. El alarde de riquezas es abrumador, el ejemplo más famoso siendo la magnífica ópera de Manaos construida por un gran arquitecto italiano y que acogió a los mayores artistas de La Belle Epoque (el cantante Caruso y la actriz Sarah Bernard).

Brasil: de la monarquía a la república

El Brasil en el que llegaron los primeros judíos marroquíes es todavía una monarquía. Reina el emperador Don Pedro II de la casa de Borbón Braganza. Es el hijo de Pedro I y nieto del rey Juan VI. Este había huido de Portugal hacia Brasil, sede del imperio colonial portugués, durante la invasión de las tropas de Napoleón. En cuanto fue liberado su país, regresó el rey Juan VI a Portugal dejando a su hijo Don Pedro I como virrey de Brasil. Pero tras una guerra contra Portugal, Don Pedro I declaró la independencia de Brasil y se proclamó emperador.

Don Pedro II, en 1880 ya envejecido, delega su autoridad en su hija, la princesa Isabel, casada con el Conde de Eu, nieto del rey francés, Luis-Philippe. Abraham Pinto deja constancia de que la población los odia.

Brasil es, en aquel entonces, la última nación occidental que autoriza la esclavitud. Toda la potencia económica está en manos de grandes fazendeiros, dueños de inmensos latifundios, cuyas fortunas fundadas principalmente sobre el cultivo de la caña, el café y el cacao, son el fruto del trabajo de millones de esclavos. En 1888, la princesa Isabel promulga la Ley Aurea que abole la esclavitud en Brasil. Este acto generoso será fatídico para la monarquía ya que los latifundiarios proclaman la República en 1889. Ahora bien, sorprendentemente, en el estado del Amazonas, la esclavitud fue abolida unos anos antes, en 1884, gracias a la fuerte influencia de la masonería a la cual pertenecían varios judíos marroquíes.

Desde siempre hubo poca presencia negra en el norte de Brasil y los nuevos ¨esclavos¨ del caucho eran indios y mestizos y también un gran número de Cearenses, habitantes del estado de Ceara, región más pobre de Brasil, asolada desde hace siglos por terribles sequías. Según le contaron a su familia, los hermanos Pinto fueron muy sensibles a su miseria y se puede atestiguar que no han sido esclavistas.

Creación de una red de instituciones judías

Con la proclamación de la República en Brasil, se instaura en 1889 la laicidad, se reconoce el judaísmo y los hebraicos pueden oficialmente edificar sinagogas y cementerios, después de haber celebrado durante muchos años su culto en casas privadas como la del rico Isaac Elías Israel, de la gran ¨Casa Aviadora Israel & Cía.¨ cuya familia venía de Inglaterra.

En Belém, se construyen dos sinagogas, Shaar Hashamaim, financiada por el propio Isaac Israel y luego en 1889 , Essel Abraham, con fondos donados principalmente por judíos marroquíes enriquecidos.

En 1874, aparece en Belém el cementerio Santa Isabel, abierto a todos, pobres, esclavos víctimas de las epidemias incluso no católicos: por fin los protestantes y los judíos pueden ser enterrados en un cementerio brasileño, ya que hasta esta fecha se les enterraba furtivamente en pequeños terrenos concedidos con dificultad.

Mas tarde aparecen sociedades caritativas judías, tanto para ayudar a ciertos judíos marroquíes necesitados, ya que no todos habían hecho fortuna, como para mantener los ritos judíos. La primera fue Hebra Guemilut Hassidim.

Los estatutos de tales asociaciones son democráticos, con elecciones mediante votación a los distintos puestos directivos y su capital está constituido por los donativos en efectivo, las joyas y las contribuciones mensuales dadas por los judíos marroquíes. Desde su fundación, la sinagoga Shaar Hashamaim, ofrecía los servicios de un médico y de un enfermero para los cuidados básicos. Más tarde este servicio fue delegado a los hospitales. Se asistía a los pobres y a las familias de los difuntos necesitadas. Incluso se pagaba el regreso a Marruecos a las viudas con grandes dificultades económicas y por supuesto se celebraban los ritos del entierro.

Con este proceso de apertura del Brasil republicano, se facilita y hasta se otorga la nacionalidad brasileña. Muchos de los judíos marroquíes la solicitan desde los sitios más lejanos del país. Moyses Pinto la solicita desde Teffe en los años 1880.

En Belém, en 1885, la Sociedad Paraense d'Emigracao publica una guía del inmigrante para alentar la inmigración hacia el Para y la Amazonía. Quizás haya circulado en Tánger u otras ciudades de Marruecos.

La apertura de los mercados peruanos y brasileños

Brasil abre ampliamente sus puertas y sus puertos, antes cerrados, a los hombres nuevos y al intercambio de mercancías. Moyses y Abraham disfrutan de estos avances, incluso desde Iquitos que es un puesto avanzado del Brasil con la frontera peruana, ya que Perú defiende su territorio en contra de su potente vecino.

La primera línea extrajera de vapores en el Amazonas es la Booth Line, inaugurada en 1866, que transporta pasajeros y flete, de Belém-Lisboa-Vigo-Le Havre-Hamburgo-Londres-Liverpool. Este flete es principalmente el caucho cuya demanda se multiplica.

Esta misma compañía marítima abre rápidamente una línea fluvial Manaos-Iquitos, siendo Belém su única salida marítima. ¡Esta línea debió de servirle más tarde a Samuel Pinto, de manera anecdótica para mandar su ropa a Londres a lavar y almidonar, cuando su fortuna estaba ya hecha!

Marruecos y Tánger a su regreso de la Amazonía

Moyses y Abraham Pinto, en cuanto estuvieron seguros del éxito de sus negocios, volvieron a Tánger en 1892 y 1893 respectivamente, ya enriquecidos. Es el turno de su hermano menor, Samuel, de dirigir los negocios de Iquitos, hasta Belém y Londres, sede de la casa de comercio que fundaron y donde este irá a menudo. Los hermanos que volvieron definitivamente van a poder gozar de esa fortuna tan dura y peligrosamente adquirida, disfrutar de su nueva posición social y volver al seno de su familia con la que habían mantenido el contacto durante todos aquellos años. Ninguno de ellos ha querido jamás quedarse en la Amazonía.

Los representantes de las Legaciones extranjeras, asentados en Tánger, los reciben como los ¨Gentleman de la City¨ cuyas esposas tocaban piano y cantaban arias de ópera con sus propias esposas en las fiestas que brindaban. Las autoridades marroquíes y el representante del sultán Moulay Hafid respetan su nuevo estatuto de extranjeros o de ¨protegidos¨ de una potencia europea y se les permite montar a caballo (mientras que, antes, un judío Dhimmi tan sólo podía montar un burro o una yegua) en aquel barrio del Marshan en el que todos eligieron vivir, fuera de los muros de la ciudad vieja. Siguen siendo pioneros, los hermanos Pinto, y numerosos judíos acomodados seguirán su ejemplo creando nuevos barrios residenciales en las afueras del casco antiguo.

Sin embargo, Marruecos cambia por completo y cede a la presión de las potencias occidentales en plena expansión colonizadora. El 16 de enero de 1906, en la Conferencia de Algeciras, las doce potencias europeas y los Estados Unidos someten a Marruecos a un tipo de protectorado internacional, dominado por Francia, sellando así el final de la independencia de este reino que no había conocido nunca el yugo de una dominación extranjera, incluso la del Imperio Otomano. Es el preludio del protectorado efectivo establecido por Francia y España a partir de 1912, repartiéndose Marruecos en dos zonas, a despecho de Alemania que tenía grandes ambiciones y había invertido mucho dinero e influencia.

En 1923 Tánger adquiere un estatuto excepcional de Zona Internacional, definido por un tratado franco-español que conservará la especificidad económica, su cosmopolitismo y su encanto único, envidiados por el mundo entero. Resplandece entonces un cierto estilo de vida que fue el de los hermanos Pinto, así como todos los trapicheos y actividades de espionaje que contribuyeron a la leyenda de Tánger.

Finalizará este periodo en 1956, con la Independencia definitiva de Marruecos, conseguida gracias a la lucha de jóvenes nacionalistas y la vuelta del rey Mohamed V del exilio. Era un proceso ineludible aceptado por Francia y España, pero Tánger ganó algunos años de tranquilidad hasta 1960.

La salida de Marruecos

Los Pinto y los Serfati siguen viviendo en Tánger y en Casablanca que se convirtió en la rica y dinámica capital económica del Marruecos del protectorado.

Sin embargo, a partir de 1956, casi toda la nueva generación de los Pinto y Serfati no tardará mucho en dejar definitivamente ese Marruecos en el que no se sienten verdaderamente en su sitio, aunque otros elegirían quedarse para llevar a cabo otros combates.

La gran mayoría se marcha en la época de la independencia de Marruecos o poco después. Los que fueron a estudiar fuera, no volverán, al contrario de sus antecesores que volvieron a un país donde deseaban todavía vivir. Se concluye así un largo periodo de 500 años de presencia de los Megorashim oriundos de España, y de casi 2000 años de Toshavim, judíos autóctonos, a veces beréberes, que habían precedido a los musulmanes en una tierra que fue realmente la suya. Estos van a desparramarse por el mundo entero, construyéndose nuevos y hermosos destinos con la inteligencia y la audacia heredadas de sus antepasados, en Francia, en EEUU, en España, en Suiza, en Canadá y en Israel.

Sin embargo, Brasil siguió acompañándolos hasta el final, ya que, en 1940, bajo la amenaza del estatuto de los judíos instaurado por el régimen de Vichy, los que pueden, sacan su nacionalidad brasileña para protegerse de una eventual deportación y se plantean incluso refugiarse en Brasil.

El último acto se jugará en sentido opuesto: en 1992, el rey Hassan II expulsará de Marruecos, trás 17 años de encarcelamiento, a su más antiguo opositor político, Abraham Serfaty, hijo de Moshe-Haim y nieto de Abraham Serfati (cuya hija Esther nació en Belém, en Brasil), el tío que había abierto el camino de la aventura amazónica a sus sobrinos Pinto y a tantos otros judíos marroquíes. Asesorado por sus abogados, Hassan II se deshace de Abraham Serfaty mandándole a Francia, bajo el pretexto de que no es marroquí sino brasileño, de padre brasileño. Hubiera podido añadir nieto de brasileño…

Una rama de la familia Serfati permaneció para siempre en Belém do Para a finales del siglo XIX. Desde entonces, forma parte integrante de este gran país, en Belém, Río de Janeiro y Sao Paulo, fieles a sus raíces judías, y los mayores hablando aún la Haquitía, el judeo-español hablado en el Norte de Marruecos.

Los brasileños vuelven a sus raíces judías

Algunos judíos marroquíes vivieron muchos años en Amazonía de modo que tuvieron hijos con mujeres indias. Después de su regreso a su patria, los abandonaron, pero éstos conservaron el apellido, el recuerdo y algunos de los ritos judíos de su padre o de su abuelo. Un siglo más tarde, algunos han pedido a ser reconocidos como judíos, se han convertido al judaísmo y ciertos hasta emigraron a Israel. A pesar de las investigaciones hechas, parece ser que los Pinto no tuvieron descendencia amazónica.

Para concluir esta larga historia, es de precisar que Brasil está vinculado aún más, si cabe, a las raíces judías sefarditas. Muchos de los fazendeiros del Noreste eran descendientes de los judíos españoles y portugueses que habían huido de España y de Portugal en tiempos de la Inquisición.

Cuando en tierras musulmanas, los judíos habían podido permanecer abiertamente judíos durante 500 años, sus antepasados después de la salida de los holandeses de Pernambuco, habían tenido que adentrarse profundamente en el interior de los Sertaos del Noreste para vivir a escondidas su vida de judíos marranos.

Hoy en día, un gran movimiento de vuelta a sus orígenes ocultos ha llevado a un numero cada vez as numeroso de personas a reivindicar el judaísmo de sus lejanos antepasados cuyos débiles ecos tanto habían asombrado sus peculiares descendientes. En efecto, al morir, se volteaban hacia Jerusalén, y hasta principios del siglo XX, lograron inhumarse envueltos de una sencilla mortaja cosida, según la costumbre judía.

Esta lealtad admirable, contra viento y marea, ha de recordarnos aquel Yom Kippur en las orillas del Amazonas, lleno de peligros, que nos describe Abraham Pinto con la mayor sencillez, como si fuera la cosa más normal del mundo. Se trata del mismo valor necesario para permanecer fieles a su judaísmo y a sus antepasados.

Diane Dray-Mimran
Traduccion de Vera Pinto Lasry

Nota:

Si desean más información sobre este periodo de inmigración judía en Amazonía, específicamente en Iquitos, y sobre los descendientes locales de estos inmigrantes, les recomiendo la lectura del libro del historiador Ariel Segal, sumamente bien documentado.

Jews of the Amazon, self-exile in earthly Paradise, 1999.

Edition: The Jewish publication Society in Philadelphia.

(Una reedición en español está prevista para 2017-2018.)