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La Vida De Moyses y Abraham Pinto
En La Jungla Del Amazonas



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En 1864, partió para el Brasil, mi tío Abraham Serfati, hermano de mi madre, en un velero que echó 3 a 4meses para llegar al Pará. Asimismo, Elias, su hermano, 2 años después siguió el mismo rumbo marchándose al Pará. Ambos a buscarse la vida, trabajando y pasaron duras penas durante 12 años, para conseguir un pequeño peculio de más o menos 3.000 duros cada uno. Regresando a esta en 1877.

Eran jóvenes solteros, aquí se casaron. Y durante 2 años de malosnegocios y gastos se les acabó su pequeña fortuna. Entonces pensaron otra vez en regresar al Pará, donde tenían ya muchos conocimientos y alguna práctica de los negocios de esas regiones.

El primero en marcharse fue mi querido tío Elias con su mujer, y marchóse con él mi amado y muy querido hermano Moyses, que a esa fecha tenía 18 años de edad y que estaba empleado en las oficinas de los señores M. Y. Benassayag, ganando una modesta renta de 4o 5 duros mensuales. Mis queridos padres le mandaron a pesar de su corta edad con mucha alegría porque Elias era una buena persona, cariñosa y bondadosa, estando seguros que en su compañía estaría tratado como un hijo. Se embarcaron de ésta el 1° de Enero de 1879 en un vaporcito muy chico que se llamaba "James Haynes" con rumbo a Lisboa, para de ahí tomar un vapor que los condujese al Pará. Mi pobre tío Elias no llevaba medios para pagarse los pasajes de Lisboa al Pará, que para ellos 3 necesitaban por lo menos 50 £, las que no tenían. De Lisboa escribió a sus antiguos cor­responsales B. R. de Andrada y Cunha con quienes tanto él como Abraham mi tío, habían negociado en su anterior viaje y cumplido honradamente todos sus compromisos, que le man­dase a Lisboa el dinero necesario para poder embarcarse al Pará.

En esa época las comunicaciones eran tan difí­ciles y los vapores tan raros que tuvo que esperar casi 3 meses para recibir el dinero pedido. Entre tanto en Lisboa pasó muchos apuros pidiendo dinero prestado a Moses Benchimol, para poder sostenerse con mucha miseria todo el tiempo. Hasta que por fín llegó el dinero de Pará. Después de haber pagado lo que se debía, se embarcaron para el Pará. Durante el tiempo que estuvieron en Lisboa, como Moyses mi hermano sufría de una fistula, aprovechó ese tiempo y le hizo ingre­sar en el hospital de San Luis, donde le operaron y salió completamente curado de esa dolencia. Abraham mi tío, casado también, (con Maknin, hermana de Sra. Hola Abensur) , y con un hijo de un año, cuando se le acabaron los recursos que tenían, pensó también de marcharse al Pará a buscarse nuevamente la vida con su trabajo.

Yo que tenía 16 años de edad en esa fecha, rogué a mi tío que me llevara también con él. Tanto él como mis queridos padres aceptaron mi pedido. El 16 de Mayo (día de viernes) del mismo año 1879 que se marché mi hermano Moyses, nos embarcamos en el vapor "Cynthia", con rumbo a Lisboa. Este era un vaporcito de carga de más o menos 200 toneladas, que llevaba de aquí ganado para Lisboa. No teniendo camarote nos hemos instalado encima de cubierta, al lado del ganado, donde hemos puesto un colchón que llevábamos, ahí pasamos las 2 noches hasta llegar a Lisboa.

Describir la escena de mis queridos padres al despedirse de mí en el puerto sería muy doloroso, al ver criaturas tan jóvenes como mi hermano y yo, embarcarse para países tan lejanos, que ni ellos ni nosotros conocíamos ni por tradición, pero confiados en la Providencia que siempre nos ha amparado y la bondad de esos tíos, es que resolvieron a dejarnos marchar. Pues mi padre era un hombre muy entero y enérgico, y sabía sofocar su cariño con el fín de que nos hiciéramos un porvenir, puesto que en Tanger, donde reinaba tanta miseria y escasez, no podíamos núnca hacernos una situación.

La escasez de dinero, no me permitía llevar con­migo casi ninguna ropa, para tan largo viaje, y apenas tenía 2 chaquetas y 2 pantalones de dril pardo y unas san­dalias. Mi equipaje consistía en una maleta que compré por 4reales en un baratillo de Tánger, y ahí puse una chaqueta y un pantalón de los dos que llevaba, con algunas cositas más. En ésto consistía todo mi equipaje, con 4 reales en el bolsillo, y al embarcarme se cayó al agua la maletita y se mojé todo lo que contenía.

Llegamos a Lisboa el domingo 18 de Mayo, adonde hemos encontrado a Jacob Serfati, mi tío, hermano de mi tío Abraham, quien estaba siempre en Lisboa y en España vendiendo baratijas por las ferias. Nos fuimos directa­mente a la Rua de San Pablo n° 90, donde vivía el señor Moses Benchimol en el tercer piso de dicha casa. Allí alquilamos 2 cuartitos en el quinto piso entretecho, y nos acomodamos allí a esperar también dinero que pidió mi tío a sus corresponsales en Pará, los mismos de tío Elias arriba mencionados. A mi tío Abraham no le queda­ban más recursos que unas 200 pesetas por toda fortuna. En Lisboa pasamos muchas miserias y estrechecez, espe­rando el dinero que llegara del Pará para poder embar­carnos. Pasamos en Lisboa más de 2 meses en esta situa­ción. Yo tuve necesidad de vender uno de los 2 trajes que llevaba, a un tal Haim Cohén de Tetuan, que tam­bién él iba a embarcar con nosotros al Pará: obtuve 2 duros por dicho traje. Finalmente llegó el dinero del Pará, y nos embarcamos en el vapor " Lanfrank " que era un vapor de unas 500 toneladas, viejo y sin ninguna clase de comodidad, sea un vapor de carga.

Abraham mi tío y su mujer tomaron pasaje de tercera clase con derecho de estar en primera clase para cuidar a la criatura. No me dieron camarote pero podía dormir sea en el comedor o en el salón. Cuando acababan de comer los pasajeros de primera, comía yo con los camareros; allí a bordo Gracias a Dios me lo pasé bien de comer, des­pués de tantas privaciones pasadas en Lisboa.

Echamos más de 20 dias desde Lisboa a Pará. Finalmente llegamos al puerto del Pará con la alegría que es de suponer después de un viaje tan largo por el océano. Desembarcamos y nos dirigimos a la casa, donde vivía Elías con su mujer y Moyses mi hermano. La alegría de vernos juntos fue muy grande. Al llegar nos enteramos que a mi querido Moyses le habían atacado las fiebres amarillas y estuvo en peligro de vida con vómitos negros, que los médicos ya no esperaban salvarle. Gracias a la Providencia se salvó de ese peligro y le encontré de inmejorable salud. En esa época reinaba en Pará las fiebres amarillas con mucha fuerza, hoy Gracias a Dios ya no existen, que eran el azote de los extranjeros que llegaban a esos países. Yo con mi juventud é ignorancia casi me atacan las mismas fiebres, puesto que cometí la imprudencia de comprar una fruta de una tienda vecina de casa el segundo día de mi llegada al Pará, cuya fruta que se llama "Mango" y que es un verdadero veneno para extranjeros. El mismo día de haberla comido me atacaron unas fiebres tan fuertes que mi pobre hermano y mis que­ridos tíos se pusieron locos al enterarse de la fruta que había comido. Me dieron un fuerte purgante de aceite de ricino y Gracias a Dios fue cediendo la fiebre hasta que en pocos días me puse bueno.

Mi querido hermano como tenía alguna ropa me dio alguno de sus trajes y de esa manera ya estaba un poco más decentemente vestido. Mis tíos Abraham y Elías como estuvieron en el Brasil anteriormente trabajando, cada uno de ellos trabajaba por su cuenta en regiones muy le­janas del Amazonas y casi no se vieron durante 11 a 12 años que estuvieron en el Brasil. Al encontrarse ahora juntos en el Pará, formaron una sociedad entre ellos bajo la firma Serfati Irmaö. Allí en Pará nos quedamos más de un mes hasta que ellos compraron mercancias por valor de más o menos 200 Libras que sus antiguos corresponsales les dieron a crédito.

Escogieron como residencia una poblacioncita muydistante del Pará, como 1500 millas arriba en el Amazonas, y que se llama "Teffé". Embarcamos nosotros y los géneros en el vaporcito que se llamaba "Augusto"; la noche antes de salir del puerto del Pará, ya estando todos nosotros a bordo y al punto de salir el vapor, hubo una gran alarma abordo, que el vapor se hundía porque se llenó casi todo de agua por una válvula de la máquina que dejaron abierta y pidió auxilio. Y felizmente se pudo agotar el agua y Gracias que nuestras mercancías que estaban en otra bodega no se mojaron. Hemos navegado por unos 25 días desde Pará hasta nuestra llegada a Teffé, haciendo escala en muchos pueblecitos que se encontraban en el camino, tales como "Santaren", "Ovidus", "Coary", etc., para descargar la mercancía que llevaba a dichos puntos. Me acuerdo con placer que en el puerto de "Coary", donde permanecímos durante un día y que está situado dentro de un lago, no de qué manera hemos conseguido unos anzuelos y una cuerda, y era tal abundancia de pescado en ese lago que sin esfuerzo y sin experiencia entre mi hermano Moyses y yo hemos pescado 16 "tambaquis" que pesa cada uno de ellos de 10 a 12 kilos y que es muy parecido al mero de aquí, tanto en forma, color, y carne, a punto que se nos hicieron heridas en las manos de tanto esfuerzo al tirar de las cuerdas. Todos esos pescados se los dimos al dispensero de abordo y puedo asegurar que no hemos probado ni un pedacito de esa pesca pues íbamos en tercera clase, abordo y los prepara para los de primera. Abordo iba como pasajero un señor ya establecido en Teffé, que se llamaba Abraham Elazar, una persona muy buena y que nos daba muchos datos sobre el lugar adonde nos dirigíamos. Finalmente llegamos al puerto de Teffé, lugar muy pintoresco dentro de un inmenso lago tan extenso como de Tanger a Tarifa de anchura. "Teffé ", una aldea de unas 15 a 20casas cubiertas de paja y unas 4o 5 casas cubiertas de tejas, que esas casas aparentaban como palacios al lado de esas chozas tan miserables. De habitantes había mas o menos 250 a 300 indios mestizos y algunas personas civili­zadas. Establecido allí entre ellos, la familia del señor Selomén Levy, hijo de Gibraltar, primo de Mamá Hana, Doña Tomasia su mujer y su hijo Yuyu; también el señor León Barchilon y su señora, éstos eran los judíos allí establecidos con el amigo Abraham Elazar que vino con nosotros en el vapor. Como no teníamos casa, los géneros que traí­amos fueron desembarcados en la playa y dejados ahí en la intemperie. Mis tíos se dirigieron enseguida a la casa del señor Selomó Levy, persona muy honorable, buena, muy dis­tinguido, que nos buscó una casa donde nos alojamos. Esa noche me quedé cuidando los géneros hasta que el día si­guiente los hubimos transportado a la casa. Entre tanto que arreglábamos la casa comíamos siempre en casa de Selomó Levy que nos acogió con mucha alegría y nos facilitó todo cuanto necesitábamos para establecernos.

Teffé es una poblacioncita de pescadores y de recogedores de coco que abundan mucho en los bosques de ese lago, son gente muy pacífica y siempre hemos vivido en tranquilidad y armonía con ellos.

Los negocios de allí consistían en venta de mercancías a cambio de goma elástica, muchos cocos, zarzaparrilla, pescado salado, vainilla, aceites de cupaiva extraída de los árboles de esa región, y que es un medicamento, muy eficaz para ciertas enfermedades. Todos éstos géneros reunidos los remitíamos a nuestros corresponsales en Pará, quienes lo vendían y nos lo abonaban en cuenta. La vida tranquila y pacífica se pasaba allí sin ninguna clase de incidencias y la manutención casi toda no costaba nada.

Pocos días después de establecidos mis tíos, compraron una canoa y mandaron hacer en ella un toldo de hojas de palma, se alquiló a los indios remeros, pusieron en ella un poco de mercancía valiadas por valor más o menos de 50 £’, y mandaron a Moyses mi hermano en ella para que andará por esos ríos a "regatear". "Regatear" significa navegar en una canoa por cualquiera de esos ríos, lagos, etc., y hacer negocios con todos los dueños de chozas que se encuentran en las márgenes de los ríos, comprándoles los géneros que ellos tienen, a cambio de mercancías que llevaba en la canoa. Sín ninguna clase de experiencia ni costumbre para todo ésto, allá siguió mi hermano a la buena de Dios en éstas aventuras; 15 a 20 días quedó ausente de Teffé y regresó haciendo unos pequeños negocios, que dio satisfacción a mis tíos. De esta manera fue acostumbrándo­se durante algunos meses haciendo esos viajitos y de cada vez aumentando un poco los negocios. Algunas semanas des­pués, me tocó a mí hacer lo mismo que mi hermano. Otra canoa, otros viajitos, etc. A los 6 meses de estar en Teffé y acostumbrados ya a estos pequeños viajes, resol­vieron mandarnos en una canoa más grande para ir más lejos con más mercancías. Moyses mi hermano se dirigió al río "Javari", embarcándose en un vaporcito y llevando la canoa a remolque del vapor, con sus mercancías dentro del buque.

El río Javari dista de Teffé como 10 a 12 días a vapor. Una vez llegado a dicho río le entregaron su canoa y sus mercancías y se queda en ese río subiendo y bajando, durante más o menos 6 meses que dura la cosecha de goma y que es el único producto que se trabaja en ese río. Cuando la mercancía se agotaba pedía a Teffé nuevos géneros y al mismo tiempo remitía la goma que compraba. Acabada la cosecha de goma volvía a Teffé desde el Javarí a remo de su canoa y aprovechaba para hacer negocios con todos los que estaban en las margenes del Amazonas. Este viaje de bajada desde el Javarí a Teffé duraba muchas veces de 20 a 30 días

A mí me dieron otra canoa con otros géneros y me mandaron a remolque de otro vapor en las mismas condiciones que mi hermano pero a un destino diferente, o sea el alto Amazonas, en la frontera de Brasil con el Perú, en un punto que se llama "Tabatinga". Desembarqué con mi canoa y mis géneros que acomodé todos en mi canoa y desde allí fui bajando el río Amazonas y haciendo mis pequeños negocios con todos los indios que encontraba establecidos en sus chozas en las márgenes del Amazonas hasta regresar a Teffé; este viaje mío duró casi 2 meses y lo hice de nuevo 2 o 3 veces hasta principios de 1880, y cuando se acabó la cosecha de goma de ese año.

Describir la alegría que hemos tenido mi hermano y yo de encontrarnos nuevamente en Teffé, después de 6 o 7 meses de esos viajes que no nos habíamos visto, fue muy grande. Gracias a Dios a pesar de nuestra falta de experiencia de esa clase de vida, de esos viajes tan accidentados, de tantas incidencias que nos pasaban con toda clase de peligros en los bosques impenetrables con tanta clase de fieras en dichos bosques, tantos peligros en los rios, etc. Estos pequeñitos negocios que hicimos dieron algún resultado y nuestros tíos quedaron muy contentos de estos.

El año 1880 entre Febrero y Abril descansamos en Teffé, calafateamos y pintamos nuestra canoa para prepararnos hacer los negocios de la nueva cosecha de goma que principia desde Mayo a Diciembre; ya algo prácticos en esta nueva vida emprendimos ya negocios más importantes para dirigirnos a ríos más lejanos para hacer los negocios de goma. Mi hermano llevó su canoa a remolque de un vapor con bastante mercancías y se dirigió al río Jurua. Río distante de Teffé como un mes de viaje a vapor. En dicho río le entregaron su canoa y sus mercancías, y allí se quedó durante 6 o 7 meses subiendo y bajando en su canoa en dicho río, y haciendo sus negocios con todos los moradores del río.

Yo hice lo mismo y me dirigí a otro río llamado Javarí y allí también me quedé practicando el mismo negocio.

Mi hermano y yo nos quedamos sin vernos todo ese tiempo hasta que nos encontramos en Teffé, acabada la cosecha de goma.

Para estos viajes mis tíos nos entregaron mercancías por valor de algunos cientos de Libras en sociedad, para darles a ellos la mitad de los beneficios.

Nuestra alegría no se puede describir cuando hicimos la primera remesa de dinero a nuestros padres en Tanger. Consistiendo en unas 4 £ y así sucesivamente, cada pascua los remitíamos tanto a mi padre como a mi madre 3 o 4 £ para cada uno. Más tarde los establecimos una renta por medio de nuestros tíos de 2 £ mensuales a mi madre y 5 £para mi padre, y cada 3 o 4meses recibíamos sus cartas y los escribíamos desde esas lejanas tierras, y es de considerar con qué alegría recibían ellos y nosotros dichas cartas. En estos viajes nos sucedían muchas incidencias y peligros en los bosques y en los ríos; narraré sucesivamente algunas de estas incidencias a la vez y en su debido tiempo.

No por estar tan lejos hemos olvidado la religión de nuestros padres y al salir de Tanger cada uno de nosotros llevaba consigo el libro de Kippur para celebrar ese día como es debido, y antes de salir de Teffé para cualquier viaje apuntábamos la fecha de ese Santo día para celebrarlo en cualquier parte donde nos encontráramos. Muchas veces aunque estuviéramos distantes mi hermano y yo dos o tres meses, cuando andábamos juntos en el río Jurua cada uno en su canoa, nos escribíamos y combinábamos con anterioridad para encontrarnos dos o tres días antes de Kippur para celebrarlo juntos. Entónces construíamos una pequeña choza con nuestros remeros en un lugar aislado del bosque y allí celebrábamos la noche y el día de Kippur. Encendíamos unas hogueras que alimentában toda la noche nuestros remeros para ahuyentar las fieras y víboras que podían aproximarse. Poníamos de guardia a los remeros, cada uno con su rifle "Winchester" para en el caso fortuito de disparar al acercarse cualquier fiera a nosotros. Las dos canoas amarradas a la margen del río. En una ocasión una noche de Kippur nuestros "peones" mataron a un tigre cerca de nuestra chocita; no por eso dejamos de seguir nuestras oraciones.

En Tanger tenía yo un amigo de infancia, hijo de Revi Josúa Toledano, una persona muy buena, muy religiosa, padre de la señora Gimol Toledano, casada con Jacob Nahon; este jóven de mi edad, hermano de la señora Gimol Toledano, deseaba irse conmigo al Brasil cuando salí de Tanger, y su padre no quería que se marchase. Antes de salir de Tanger me llamó un día a su casa, y me rogó mucho que no le animase a hacer ese viaje que le prometí y no se marchó conmigo. Un año más tarde, en 1880, estando yo en "Javary" le veo venirse en un vapor, y se vino conmigo en mi canoa. Una gran alegría me causó tener una per-sona tan querida en un río tan lejano, deseoso de ver y estar al lado de un ser tan conocido. Este jóven se llamaba Mimon Toledano; allí en el Brasil le llamábamos Mauricio. Conmigo estuvo unos 2 años y tuve una pena muy grande porque se enfermó y tuvo que irse a Teffé donde falleció.

Al mes de su llegada al Javary nos hemos dirigido víspera del Kippur a un barradón desocupado que había en la margen del río, y allí con una velita encendía dirigimos nuestras oraciones; en medio de ellas oímos gritos de nuestros peones, que cerrásemos la puerta, y oímos varios tiros, y después nuestros peones nos gritaron que abriéramos la puerta y encontramos un enorme tigre a la puerta, matado por nuestros peones.

La cosecha de goma acababa en el río Javary; tenía que dirigirme yo a Teffé, la cosecha acababa en Enero y principiaba generalmente en Julio.

El río Javary es frontera con el Perú; a la margen izquierda pertenece al Perú y la derecha al Brasil. Es un río no muy ancho de más o menos 250 metros pero muy profundo hasta una distancia de más o menos 800 millas. De allí se divide el río en 3 partes: el río Tarahuaca, río Envira y el Javary por supuesto. Ríos que no son muy profundos pero sí muy largos. El río Envira atraviesa una parte del Perú y del Ecuador, en un punto llamado Nazareth, zona peruana.

Estaba atracado con mi canoa cuando apreció un vaporcito que venía del Pará y se dirigía a Iquitos, haciendo escala en todos los puntos del trayecto. Cansado de la vida de una campaña de 6 o 7 meses dentro de una canoa, me quise dar unos días de descanso embarcándome en ese vapor para dirigirme a Iquitos, aldea peruana, y que dista de la embarcadura del Javary más o menos 5 días de navegación del vapor. Dejé mi canoa en ese punto de Nazareth para que me esperasen a mi regreso y seguí ese viaje como "turista".

Un día después de la salida del río Javary llegamos a un lugar llamado Tabatinga, fortaleza brasilera, limítrofe con el Perú. Esa "fortaleza" que está en la margen del Amazonas tenía 4 soldados por guarnición, y un comandante, 2 cañones de épocas remotas, y en eso consistía la fortaleza de Tabatinga.

Forzozamente el vapor tiene que hacer escala allí, para tomar permiso, para poder seguir para el Perú.

Como el vapor hacía noche allá para seguir al día siguiente por la mañana, desembarqué en dicho puerto para dar un paseíto por el pueblo. El pueblo consistía en una barraca para el comandante, otra para los cuatro soldados y otra donde me encontré con toda sorpresa a ese tal Haïm Nahon de Tetuan, a quién en Lisboa, el año anterior había yo vendido el traje de dril. No fue poca sorpresa para ambos de vernos en un lugar tan lejano del mundo. Allí estaba ese hombre establecido con una tiendecita y hacía negocios con los pescadores y caucheros que pasaban por esas alturas. Me obsequió ese señor con una lata de sardinas que comimos entre los dos, con un poco de farinha.

Me rogó que pasara la noche con él, puesto que el vapor saldría al dia siguiente por la mañana. Me amarré una hamaca y allí pasé una noche "deliciosa" según voy a referir. Él tenía un mosquitero y yo, ninguno; dormí profundamente. Y por la mañana cuando quise sacar los pies de la hamaca no lo pude hacer, porque uno de los pies estaba pegado a la hamaca como con cola, y se puede decir que eso fue lo que me salvó la vida. Como estaba oscuro le llamé que abriera para ver lo que pasaba pues tenía una gran debilidad. Al abrir la puerta me encontré que había un charco de sangre en el suelo y uno de los pies también ensangrentado. Lo que pasó es que un murciélago se había llevado toda la noche chupándome la sangre y no sentí ninguna clase de dolor. Por supuesto después de hartarse el murciélago y correr mucha sangre por la herida, algun movimiento hice con el pie, que el boquete hecho por el murciélago se pegó a la hamaca y fue como un tampón que paró de correr la sangre.

De Tabaringa nos dirigimos a un lugarcito llamado Loreto, donde estaba establecido el Cónsul general brasilero y en territorio peruano. Seguimos nuestro viaje haciendo escala por varios puntos, como Pebas, Manai, etc., hasta que finalmente llegamos a Iquitos. Este viaje de Iquitos bajando por el río hasta Manaos y Pará pasando por varios puntos del alto y bajo Amazonas, hasta Teffé en canoa, lo hice yo varias veces y lo encontramos descrito muy minuciosamente por Julio Verne en su obra llamada "La Jangada".

Iquitos en esa época de 1880 era una pequeña aldea de un ciento de habitantes más o menos, con unas cuantas chozas y unas dos o tres casas cubiertas de tejas. Se puede decir que de este viaje mío hecho a Iquitos como un descanso ha dependido nuestra fortuna con la ayuda de Dios, pues Iquitos, como era un lugar tan pobre, pero está situado al frente de la embocadura de unos 4 ricos, muy ricos en productos, como sea la goma elástica, y otras riquezas que sería muy difícil de enumerar.

El lugarcito me gustó mucho, porque los habitantes muy pacíficos hablando el español por supuesto, y eso me dejó encantado, y me pareció que estaba entre los míos. Pasamos allí unos 8 dias muy obsequiados por los habitantes y salimos muy gustosos de esa permanencia. Regresé en dicho vapor y volví en mi canoa y seguí mi viaje de regreso a Teffé. Cuando tuve la alegría de encontrar a mi hermano Moyses en Teffé, le relaté el viaje que había hecho a Iquitos y le describí todo lo que había visto en dicho puerto. Y que me parecía de un porvenir muy grande para nosotros si nos establecíamos allí. No podía ser en ese tiempo puesto que nuestro negocio era tan reducido y asociado con nuestros tíos en el trabajo nuestro. Hemos seguido así hasta el año 1882 que ya habíamos ganado con nuestro trabajo de más o menos 600 £ de las cuales hemos dado la mitad a nuestros tíos y hemos concluído la sociedad con ellos. Ya con ese pequeño capital de 300 £ y una recomendación a la casa de venta de Pará, se dirigió mi querido hermano Moyses al Pará y allí compró por valor de 800 £ en géneros, entregando las 300 £ de nuestro capital y 500 £ que nos dieron a crédito. Ya ahora estamos independientes y trabajando a nuestra cuenta. (Tengo el placer de poner en vuestro conocimiento, que la primera factura que nos fiaron mis tíos en 1879 por valor de 50 £ más o menos, así como las cuentas de la disolución de, como he dicho, la sociedad con mis tíos, donde aparecen los beneficios obtenidos durante 2 o 3 años de trabajo, y cuya cuenta está hecha por puño y letra de mi querido hermano Moyses, los tengo aquí en la oficina y se los enseñé a Momo días pasados.

Con las mercancías que trajo de Pará mi hermano, nos establecimos de nuevo en un lugarcito muy chico que se llama "Caisara", pueblecito distante de Teffé unas 60 o 70 millas. Allí alquilamos una choza y abrimos nuestro establecimiento. Desde allí en tiempo de cosecha de caucho, nos dirigimos cada uno de nosotros a un río diferente para hacer la campaña de caucho. Nos repartíamos la mercancía y cerrábamos el establecimiento en "Caisara" hasta que regresábamos de nuestro viaje después de 6 o 7 meses. Generalmente mi querido hermano se dirigía al río "Jurua" y yo al río "Javary" distante el uno del otro por unas 1.000 millas. Más tarde ya trabajábamos los dos en el río Jurua, porque el río Javary era menos rico, cada uno en su canoa nos veíamos una vez porque las distancias eran muy grandes. Así llevamos hasta el año 1888 hasta que convencí a mi hermano que debíamos establecernos en Iquitos. Nuestros negocios en esa época aumentaron en número, y nuestros corresponsales estaban muy contentos de nosotros. Mi hermano bajó al Pará y compró una factura de 40 contos que es más o menos 4.000 £ y las llevó a Iquitos, donde todavía no había aduana. Allí se estableció y principiarion nuestros negocios en el Perú, ya que mi hermano dejó de trabajar en la canoa.

Por mi parte yo seguía en el mismo trabajo de canoa de regatear en el río "Jurua" hasta el año 1893» que fue el último año de tan terrible vida de canoa, la que terminó con el naufragio que sufrió el vapor "Presidente de Pará", donde perdí todo lo que poseía, mercancías, caucho, que no estaba asegurado, alhajas que llevaba para vender, dinero, libos, y hasta las babuchas que tenía puestas en los pies. Como el vapor se naufragó cerca de una playa, todos los que estaban abordo se echaron al agua, y nadando llegaron a la playa. Yo fuí el único que quedó abordo como no sabía nadar, no me atrevía a echarme al agua.

El vapor iba desapareciendo y yo agarrado al mástil de la proa y todos de tierra me gritaban que me echase al agua. Finalmente me tiré al río a la buena de Dios; ya estaba ahogándome cuando uno de los pasajeros me salvó. Aquí por el momento hago punto para relataros un episodio muy interesante que me pasó en una playa y por donde veréis que el mundo es chico.



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